
* Caridad perfecta, puesto que toma sobre sus hombros las deudas
incluso de quienes le matan.
* Una inmensa misericordia: no sólo nos perdona todo, sino que nos
concede contemplar su rostro en el paraíso.
* Una perfecta obediencia: entregando su alma a la muerte.
* Amistad respetuosa.
* Paciencia perfecta, en los más crueles suplicios.
* Firmeza inquebrantable, para enseñarnos a perseverar.
* La oración continua, pues suspendido en la Cruz, Jesús no dejó ni un
sólo instante de orar a su Padre del Cielo.