domingo, 8 de julio de 2012

UNA LECCION DE CONFIANZA

         Cuando era pequeño, a sir Walter Scott le consideraban un zopenco de marca mayor. En la escuela, le colocaban en el rincón reservado a los más torpes y tenía que llevar puesto en la cabeza el "capirote de los tontos".
Cierto día, ya con 12 años cumplidos, dio la casualidad de que se encontraba en una casa cuyo dueño había invitado a varios literatos famosos para mantener una amena tertulia. Entre las celebridades se hallaba Robert Burns, el poeta de Escocia. En la casa había un cuadro enmarcado y en el borde inferior del marco alguien había escrito el primer verso de una estrofa. Burns preguntó quién era el autor de tal poema, pero ninguno de los presentes lo sabía. Walter Scott  se acercó tímidamente a su lado, le dijo el nombre del autor e incluso recitó el resto del poema. Burns quedó sorprendido y encantado. Entonces, poniendo su mano en la cabeza del chico, exclamó:
- ¡Chico, desde ahora tienes sitio entre los más brillantes escritores de la historia de Escocia!
      Desde aquel momento el carácter de Walter Scott cambió por completo. Fue el comienzo de una carrera literaria que lo encumbró a la fama y le dio reconocimiento universal.