
..."Al poner en marcha una Casa nuestra en Venezuela, algunas de las hermanas más jóvenes, a pesar de su entusiasmo, estaban nerviosas y preguntaban:
- ¿Cómo nos las apañaremos en un nuevo país del que no conocemos el idioma ni las costumbres?
Yo les dije:
- No teman, hermanas, porque hablan un idioma que todos los hombres comprenden, el idioma de la caridad.
A la pregunta:
- ¿Qué llevaremos allí?
Yo respondí:
- El corazón y las manos"...